Diseño de experiencias de aprendizaje estimula desarrollo cognitivo y habilidades sociales para niños de 1 a 3 años

Durante la etapa de 1 a 3 años, generar experiencias de aprendizaje significativas juega un papel clave en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños. Expertos en educación infantil subrayan que estos primeros años son un período crítico para el desarrollo cerebral, ya que las vivencias y el entorno tienen un impacto profundo en la formación de conexiones neuronales.

Las investigaciones científicas recientes coinciden en que el cerebro infantil presenta una notable plasticidad en los primeros años, lo que lo hace especialmente sensible y receptivo a los estímulos del entorno. Esta capacidad de adaptación facilita la formación acelerada de nuevas conexiones neuronales, esenciales para el desarrollo integral. El informe From Neurons to Neighborhoods, elaborado por Shonkoff y Phillips, resalta que el desarrollo cerebral en la infancia ocurre como respuesta directa a los estímulos del entorno y a las relaciones que el niño experimenta. Aunque el cerebro continúa especializándose a lo largo del crecimiento, esta fase temprana es decisiva en la adquisición de competencias vitales.

Las niñas y los niños que han sido acompañados en sus primeros años a través de experiencias ricas, respetuosas y emocionalmente seguras desarrollan una profunda seguridad en sí mismos, una sólida autonomía y habilidades socioemocionales bien establecidas. Este enfoque integral favorece también el pensamiento crítico, la creatividad y una notable capacidad para resolver problemas, preparando a los niños para enfrentarse con confianza a etapas educativas más complejas”, expresó Sary Montero, coordinadora del centro de atención temprana de Blue Valley School.

Entre los beneficios clave de este enfoque educativo podemos destacar:

●        el desarrollo de habilidades cognitivas, motoras y lingüísticas;

●        el fortalecimiento de los vínculos afectivos con los cuidadores;

●        un aumento de la capacidad de aprendizaje y resolución de problemas y;

●        el desarrollo de la capacidad de autorregulación emocional y social.

Instituciones educativas como Blue Valley School implementan metodologías inspiradas en enfoques como Reggio Emilia y Montessori, incorporando rutinas de pensamiento crítico y aprendizaje basado en proyectos. Se crean espacios diseñados para el juego, la exploración sensorial, el movimiento autónomo y rutinas de cuidado con valor pedagógico, que fortalecen los vínculos entre niños y educadores.

Una fase fundamental

Como mencionamos antes, el cerebro del niño al nacer ha desarrollado solo una cuarta parte de su capacidad, lo que lo hace especialmente dependiente de un entorno rico en estímulos y del acompañamiento sensible de los adultos. En este contexto, la teoría del apego de John Bowlby subraya la importancia de la seguridad emocional en el proceso de aprendizaje.

Al respecto, Sary Montero comenta:

“Fomentar experiencias de cuidado y conexión para el desarrollo de un apego seguro es esencial. Esto se logra mediante la presencia, la observación y una respuesta sensible a las necesidades emocionales del niño, un enfoque que también promovemos activamente en nuestros salones. Comprendemos que, en esta etapa de desarrollo, los niños necesitan moverse libremente, sin forzar posturas o actividades, lo que favorece su autonomía y desarrollo motor natural. Por ello, nuestras experiencias pedagógicas están diseñadas para satisfacer esa necesidad, a la vez que les permite profundizar en la comprensión de conceptos fundamentales para su desarrollo académico”.

Por su parte, Emmi Pikler resalta la importancia de las rutinas de cuidado que favorecen el establecimiento de vínculos seguros. Además, Stuart Brown, fundador del Instituto Nacional del Juego en los Estados Unidos, destaca el valor del juego autónomo en la consolidación de habilidades cognitivas y sociales.

“Facilitar espacios para que los niños jueguen de manera autónoma y exploren el mundo a través de sus sentidos es clave en nuestro enfoque educativo. Buscamos nutrir la curiosidad y el amor por el aprendizaje. Como equipo, reconocemos a cada uno de nuestros niños como seres únicos, respetamos sus ritmos naturales de aprendizaje y les ofrecemos el tiempo y el acompañamiento necesarios para resignificar cada experiencia a su propio ritmo», afirma Sary Montero, quien añade: «Reconocemos que criar y acompañar a un niño es una labor colectiva. Por eso, creemos firmemente en la importancia de construir una comunidad entre la escuela y las familias. En ese sentido, ofrecemos un acompañamiento continuo a los padres mediante webinars y sesiones personalizadas, en las que nuestros profesionales comparten recomendaciones y estrategias prácticas para aplicar en casa. Esta colaboración estrecha permite complementar y reforzar las experiencias de aprendizaje vividas en la escuela, entendiendo que la escuela es, en esencia, una extensión del hogar”.

Como centro educativo, trabajamos de la mano con las familias para acompañar a nuestros niños desde los primeros años en el desarrollo de una sólida seguridad en sí mismos, pensamiento crítico y autonomía para tomar decisiones y asumir la responsabilidad de sus acciones. Fomentamos en ellos la capacidad de comunicar con claridad sus pensamientos, necesidades y límites. Además, impulsamos la resolución de problemas reales y el pensamiento creativo mediante la expresión artística en múltiples lenguajes, lo que les permite transitar con confianza hacia nuevas etapas, como la primaria, con una base integral y firme.

Recomendaciones para padres y madres

●      Fomentar un apego seguro mediante el contacto afectivo y una respuesta sensible a las necesidades emocionales del niño.

●      Permitir que el niño se mueva libremente, sin forzar posturas o actividades, favoreciendo su autonomía y desarrollo motor natural.
Facilitar espacios para el desarrollo del juego autónomo y la exploración sensorial, alineado con un enfoque educativo que impulse la curiosidad y el aprendizaje.

●      Evitar la sobreestimulación y respetar los ritmos naturales de aprendizaje del niño, dándole tiempo para procesar y asimilar cada experiencia a su propio ritmo.
Crear un entorno seguro y predecible que refuerce su confianza en sí mismo.